En mi último viaje a Cuba conocí a un personaje único y admirable: Esteban Vega Bacallao, Chachá, hijo de Ochún, Olú-Añá, gran maestro tamborero, miembro fundador de Los Muñequitos de Matanzas, leyenda de la música AfroCubana, rumbero y santero.
Chachá conocía los tambores como nadie. Conocía toques y tradiciones prácticamente extintas. Con su muerte se ha perdido una persona y un conocimiento únicos.
Yoruba, Bembe, Lukumí, Abakuá, Olokún ... erás memoria viva de la cultura AfroCubana. Ahora descansas en paz.

Y no lo digo por decir. Si algo me quedó claro durante los pocos días que pasé con el, es que Chachá vivía en paz.
Lo conocí en Abril, ya muy viejito (82 años), con una pierna amputada, postrado en una silla en su muy humilde casa de la Marina (Matanzas - Cuba).
Anika y yo estabamos pasando unos días en Cuba y yo había "dado la murga" para ir a Matanzas, en busca de la Rumba que tanto me gusta.
Caí allí por casualidad, guiado por las indicaciones de los vecinos, y quedé cautivado por su aura de paz y sosiego.
Cuando estabas con Chachá experimentabas una sensación muy especial, una calidez ancestral, y te sentías agusto a su lado, aunque apenas le conocieses. Erá como si te contagiases con su paz y sosiego.
Pensabas: "Coño con este viejo !! Que feliz está !!! Que paz tiene !! Y no hay temor en su mirada !!"
Y allí te quedabas durante horas, tomando "orines", improvisando rumbas con cualquier cosa y oyendo sus historias y explicaciones sobre tambores y religiones afrocubanas.
Chachá fué muy grande y aunque poco pudé estar con el, nunca olvidaré la lección que me enseñó.

Descansa en Paz, Chachá